Una clase que invita a pensar a los
alumnos es una buena clase. Pero el clima afectivo es también
determinante de la calidad del trabajo. Cordialidad, interacciones
amables, tolerancia ante el error, pérdida de miedo al
ridículo, apertura de pensamiento, respeto ante los modos de pensar
diferentes, libertad de opinión, reconocimiento de logros y aportes,
promueven confianza y creatividad y un ambiente de alegría que
no debe estar jamás ausente en la clase.
Alicia R. W. de Camilloni, Una buena clase,
en "Revista 12ntes", nº16, año 2,
Agosto de 2007, Buenos Aires.
Fuente: 12ntes