Queremos señalar que, en la medida en que un docente es responsable
de la elaboración de su programación didáctica, deberá tener la
misma libertad para diseñar y administrar su programa de evaluación.
Los grados de libertad en la toma de decisiones deben ser
equivalentes. Si así no ocurriera y si el docente tuviera libertad
para decidir algunos aspectos de su proyecto de enseñanza y no la
tuviera para decidir acerca de su programa de evaluación porque ésta
le es impuesta desde el exterior, la evaluación no cumpliría otra
función que la de servir de control, resultando minimizados sus
posibles efectos positivos de mejoramiento de los procesos y de los
resultados de esos procesos de enseñanza y de aprendizaje. Hay que
recordar siempre que la libertad de quien enseña debe tener su
correspondencia en la libertad de quien evalúa y en la libertad de
quien aprende. Y, respecto de este último es importante recordar,
como lo hace E. R. House (1994) citando a John Rawls, que "...
respetar al otro como persona moral supone tratar de comprender sus
aspiraciones e intereses desde su punto de vista y presentarle
consideraciones que le hagan posible aceptar las limitaciones de su
conducta" (pág. 129).
Alicia R. W. de Camilloni, "La calidad de los programas de evaluación y de los instrurnentos
que los integran" en La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo