Una de las preocupaciones
fundamentales, a nuestro juicio, de una educación para el desarrollo
y la democracia debe ser proveer al educando de los instrumentos
necesarios para resistir los poderes del desarraigo frente a una
civilización industrial que se encuentra ampliamente armada como
para provocarlo; aun cuando esté armada de medios con los cuales
amplíe las condiciones existenciales del hombre.
Una educación que posibilite al hombre
para la discusión valiente de su problemática, de su inserción en esta problemática, que lo
advierta de los peligros de su tiempo para que, consciente de ellos,
gane la fuerza y el valor para luchar, en lugar de ser arrastrado a
la perdición de su propio “yo”, sometido a las prescripciones
ajenas. Educación que lo coloque en diálogo constante con el otro,
que lo predisponga a constantes revisiones, a análisis críticos de
sus “descubrimientos”, a una cierta rebeldía, en el sentido más
humano de la expresión; que lo identifique, en fin, con métodos y
procesos científicos.
Frente a una sociedad dinámica en
transición, no admitimos una educación que lleve al hombre a
posiciones quietitas, sino aquellas que lo lleven a procurar la
verdad en común, “oyendo, preguntando, investigando”. Sólo
creemos en una educación que haga del hombre un ser cada vez más
consciente de su transitividad, críticamente, o cada vez más
racional.
Paulo Freire, La educación como práctica de la libertad, (fragmento).
No hay comentarios:
Publicar un comentario