sábado, 14 de abril de 2012

El modelo de educación moral sustantiva


En síntesis, tenemos una condición ineludible: asegurar al alumno el derecho a un futuro abierto, esto es, que no le haya sido anulada la capacidad futura de elegir. Tenemos, también, dos condiciones complementarias: la no restricción en el acceso del alumno a un amplio repertorio de fuentes de la cultura, y que el alumno no haya sido privado de un conjunto nuclear de principios y valores básicos como un mínimo horizonte normativo, sin el cual quedaría en situación de vacío axiológico.

Este modelo postula que la educación impartida en los colegios y comunidades que son portadoras de concepciones finalistas de vida, es superior en su capacidad formativa a la que se puede impartir en las escuelas pluralistas con el ideal de laicidad. 

Objetan la postura que sostiene que el niño debe permanecer sin ninguna fuente de cultura o educación religiosa hasta que deje de ser niño; como condición para que pueda “elegir libremente”, cuando sea adulto, la religión o la irreligión. Supone esto, en su opinión, que “la mutilación o privación de todo conocimiento y disciplina religiosas del patrimonio cultural de Occidente en la enseñanza, es una “liberación” del niño y no una “privación” en la cultura que tiene derecho a heredar”... “No enseñar al niño, no educarle hasta la edad en que fuera capaz de elección por sí mismo, sería elegir para él lo peor; sería traicionar su derecho a recibir lo que le toca del patrimonio cultural común”. Por otra parte, se afirma que “la formación primera del niño no traba sus posibilidades críticas en la pubertad, con cuyos cambios se produce una reforma de la idea del cosmos y de la conducta frente al mundo, y en los cuales el “yo” se descubre como problema. Aquella formación primera le fortalece y le prepara para la eficacia de su actitud crítica. En cambio, lo que en su educación hubiese tenido antes un sentido superficial o externo de proselitismo, será eliminado. Queda de la educación el fruto del cultivo de los móviles. El proselitismo que busca los actos externos es superado. Pero la falta de normas y objetivos por ausencia de formación, impedirá en la hora de la capacidad crítica, la posibilidad de elegir compromisos y responsabilidades y desembocará en las indeterminaciones y riesgos de la carencia de personalidad”. 


Daniel J. Corbo Longueira, fragmento de su participación en
La educación como ética de la libertad 

Fuente en línea: La educación como ética de la libertad, en formato PDF
Págs 114 y 120.

No hay comentarios:

Publicar un comentario